Los seres vivos grandes, longevos y de baja fertilidad en riesgo de extinción, sean vegetales o animales, son responsables del 80 % de la diversidad funcional en los ecosistemas del planeta y su extinción amenaza el equilibrio en los procesos ecológicos a escala global.
Así lo concluye un estudio elaborado por un consorcio internacional en el que colabora Francesco de Bello, del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universitat de Valencia (UV) y la Generalitat Valenciana.
Según el trabajo, publicado en la revista Science Advances y del que informa el CSIC este lunes, la acelerada tasa de extinción de especies podría poner en peligro la salud de los ecosistemas de todo el planeta.
Esto podría deberse, entre otras causas, al impacto de la extinción de determinadas especies cuyo rol es clave en el mantenimiento de las funciones y servicios que proporcionan los ecosistemas.
Para llegar a esta conclusión, han analizado las funciones de 75.000 especies vegetales y animales, de las más de un millón consideradas en peligro de extinción, estimando su importancia en el funcionamiento de los ecosistemas terrestres.
Así, se usó información de rasgos funcionales de 39.260 especies de plantas vasculares, 4.953 mamíferos, 9.802 aves, 6.567 reptiles, 6.776 anfibios y 10.705 peces de agua dulce de diferentes bases de datos publicadas, ha explicado el investigador.
Para cada uno de estos grupos se eligió un conjunto de rasgos funcionales fundamentales asociados con diferentes aspectos clave de su ecología.
Según este trabajo, más de la mitad de las especies es responsable de menos del 20 % de las funciones que realizan estos grupos, lo que implica que el 80 % de las funciones restantes las realizan pocas especies, con características funcionales únicas, de las que no hay muchas otras especies funcionalmente redundantes.
El trabajo está liderado por el investigador de la Universidad de Tartu (Estonia) Carlos Carmona, del que Francesco de Bello fue anterior supervisor.
Demuestra que la extinción de especies consideradas en peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) modificaría significativamente, y a escala mundial, la gama de funciones que realizan las plantas, mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces de agua dulce en los ecosistemas.
Desde las musarañas y las lentejas de agua hasta las ballenas azules y las secuoyas, los animales y las plantas exhiben una extraordinaria variabilidad en sus características funcionales y morfológicas, incluyendo amplias diferencias en tamaño, peso, forma o capacidad reproductiva.
Estas características determinan el papel que juegan las especies en los ecosistemas, y también cómo estas responden a los diferentes impactos del cambio global.
El equilibrio de los ecosistemas no depende, por tanto, solo de la cantidad y variedad de especies que los componen y de sus relaciones, sino también del papel que juegan las distintas especies en el mantenimiento de dicho equilibrio.
Durante el próximo siglo, si las extinciones se ajustan a las predicciones de la UICN, la disminución funcional estaría entre el 0,3 % (para los reptiles) y el 5,1 % (para los peces de agua dulce).
Si bien este descenso sigue siendo limitado, vendría acompañado de un aumento significativo en la gama de funciones que soportaría una sola especie (del 17 al 23 % según el grupo), incrementando el impacto de futuras extinciones.
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