Imágenes 3D muestran que los insectos pierden la orientación al confundir los focos con la luz natural
Las fuentes de iluminación artificial provocan una elevada mortalidad en diversas poblaciones de insectos. Además de esta preocupación ambientalista, la atracción de los insectos hacia los puntos de luz ha despertado la curiosidad humana por lo menos desde que se inventó la bombilla. [Dicho sea de paso, Thomas Alva Edison no fue el inventor de la bombilla incandescente].
A simple vista, se puede creer que la luz encandila (impresiona, atraer) a los insectos, que quedan cegados y acaban muriendo, en muchos casos, quemados o exhaustos.
Otra de las explicaciones difundidas durante décadas es que los insectos se dirigen hacia la luz creyendo que se trata de un indicador de camino despejado o salida del lugar oscuro en que se encuentran,
Una interpretación más reconocida en los últimos años es que los insectos confunden la luz artificial con la luz natural de la luna (o de la penunbra procedente del sol) y pierden en sentido de orientación.
Nuevo estudio, mejor explicación
Un equipo de investigadores de Reino Unido, Estados Unidos y Costa Rica ha presentado ahora los resultados preliminares de un estudio en el que explican con más detalle el motivo de este fenómeno de atracción fatal de los insectos voladores hacia los puntos de luz artificial. Los resultados de este trabajo han sido publicados en la web bioRxiv, del Cold Spring Harbor Laboratory,
Los autores indican que su innovador estudio con imágenes 3D de las trayectorias de los insectos aborda por primera vez con detalle la clásica incógnita sobre el motivo de la concentración de insectos en fuentes como las bombillas incandescentes y también ahora las farolas de LED.
«Descubrimos que, a distancias cortas, la mayoría de los insectos no vuelan directamente hacia una fuente de luz, sino ortogonalmente, en vuelos a unos 90 grados alrededor, de la fuente lumínica, lo que provoca que los insectos orbiten esta fuente de luz sin poder alejarse, incluso haciendo vuelos invertidos [cabeza abajo]».
En condiciones normales, los insectos que vuelan por la noche -por lo menos, muchas de estas especies- mantienen vuelos más o menos rectas, respecto al suelo, gracias al sistema de orientación que tienen en su dorso. Este sistema se basa en la detección de la luz de la luna, de forma que los insectos vuelan paralelos al suelo con la luz siempre en la posición superior.
Los insectos no «ven la luz y van hacia ella directamente, a su encuentro», explican los autores, sino que de forma fortuita, cuando vuelan por la noche, se topan con una luz artificial y esta pasa a ser su punto de referencia, que sustituye a la luna o a la penunbra solar.
En el momento en que se produce esta equivocación, los insectos empiezan a volar alrededor de la luz de referencia, dibujando órbitas más o menos regulares. Si se acercan demasiado a la luz y esta emite calor, acaban achicharrados. En otras ocasiones, los insectos mueren cansados de dar vueltas sin ir a ninguna parte o son devorados por depredadores especializados como las salamanquesas.
Orientación equivocada
«Los datos de campo sugieren que los insectos orientan sus ejes dorsales hacia las fuentes de luz, y lo confirmamos con grabaciones de captura de movimiento de insectos en el laboratorio», explican los autores. En definitiva, para explicar este fenómeno, los autores proponen un modelo de comportamiento reflejo basado en la bien documentada respuesta a la luz dorsal de los insectos. Es decir, la fuente de luz artificial altera el sentido de orientación de los insectos -que se basa en unos detectores que se encuentran en su espalda- y pierden su capacidad para mantener el vuelo hacia adelante. «Nuestra evidencia experimental y simulaciones atribuyen el mecanismo de atrapamiento de luz a una interrupción de la percepción vertical del insecto en lugar de una señal de navegación», concluye el equipo que encabeza Samuel Fabián.
Fuente: lavanguardia.com
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