Una especie de escarabajo endémica de Colombia, fue descrita por primera vez en 1898. Este cucarrón no había sido visto desde entonces en el país; sin embargo, después de 111 años fue redescubierto por un investigador del Instituto Humboldt. Esta es la historia.
El descubrimiento del Chalcochlamys dohrni se remonta a finales del siglo XIX. En este tiempo, las expediciones biológicas empezaban a ganar relevancia, pero los protocolos de captura, etiquetado y preservación de las especies recolectadas distaban mucho de los estándares actuales. Por estas razones, además de motivaciones políticas de la época, numerosos especímenes de diferentes especies de fauna y flora del país terminaron siendo extraídos y trasladados a museos en Europa, como es el caso del escarabajo Chalcochlamys dohrni.
Según los análisis realizados, la especie fue descrita por primera vez en 1898 y el holotipo (primer ejemplar físico de un organismo portador del nombre científico), un macho, fue extraído de Colombia y depositado, en 1918, en el Museo Stettiner (actualmente bajo jurisdicción polaca).
Gran parte de este museo fue bombardeado e incendiado durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), lo que resultó en la pérdida de muchas colecciones biológicas. No obstante, otras fueron trasladadas al museo del Instituto de Zoología de la Academia Polaca de Ciencias (ZMPA, por sus siglas en inglés), ubicado en la ciudad de Varsovia.
Desde entonces, allí se conserva el ejemplar tipo del escarabajo Chalcochlamys dohrni, único en el mundo y por cuyo etiquetado, escrito a mano en la época, se creía que había sido encontrado en “Sta. Rosa, New Granada”. Esto significaba que podía haberse hallado en Santa Rosa de Osos (Antioquía), Santa Rosa de Cabal (Caldas) o Santa Rosa (Cauca).
Un siglo después ocurre el milagro
Jhon César Neita Moreno, curador de la Colección de Entomología del Instituto Humboldt, quien ha dedicado su vida profesional al estudio de los insectos, durante el 2008 y 2009, se encontraba realizando muestreos en algunas zonas del Chocó, especialmente en una estación biológica que había sido organizada por la comunidad y el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP) en el corregimiento chocoano de Tutunendo, en Quibdó.
“En esta estación solía dejar mis trampas para captura. En una de las recolectas, en octubre del 2009, me llamó la atención uno de los especímenes recolectados porque era especialmente bello y diferente. Por mis años de experiencia, sabía que era una hembra que no había visto antes. Realicé el registro fotográfico y se lo compartí a Mary Liz Jameson de la Universidad Estatal de Wichita, en Kansas, y a Brett C. Ratcliffe de la Universidad de Nebraska, en Kansas; dos reconocidos investigadores y expertos en el tema, quienes sabían de la existencia del holotipo guardado en Polonia”, explica Neita Moreno.
Los científicos sospecharon que se trataba de la hembra del Chalcochlamys dohrni, la especie que había sido vista por única vez en 1898. Para confirmarlo, le solicitaron al investigador del Humboldt que revisara si este individuo tenía una estructura conocida como “proceso mesoesternal” y que es exclusiva de esta especie (un tipo de cuerno que el animal tiene ventralmente en su torso).
Jhon César Neita elaboró un completo registro de imágenes y las envió. Efectivamente, el espécimen que tenía en sus manos contaba con dicha estructura, además de tener las demás características propias de la especie.
Se confirmaba el hallazgo
Luego de analizar las imágenes y recolectar otros datos morfológicos del espécimen hallado, se confirmaba que se trataba de la especie no vista desde 1898. Por la importancia del hallazgo, Mary Liz Jameson y Brett C. Ratcliffe decidieron incluir este descubrimiento en el libro científico:The Neotropical Scarab Beetle Tribe Anatistini, del 2011.
“Esta especie fue recientemente descubierta por Jhon Neita (Bogotá, Colombia), quien recolectó un individuo hembra, bajo luz negra y a 90 m de altura en el Chocó. Las fotografías fueron suficientes para identificar el espécimen según el proceso mesoesternal producido anteriormente, al igual que el margen pronotal angulado, el tamaño del cuerpo, la forma del clípeo y el labrum y la coloración azul - verde metálico”, según se detalla en el libro.
“Fue una sorpresa obtener este individuo luego de 111 años, el cual, además de ser muy bello, es endémico del país (no se sabe de su existencia en otra parte del mundo). También pudimos confirmar que su ubicación no es Santa Rosa (como está descrito en la etiqueta del holotipo que se guarda en Polonia), sino que este escarabajo se ubica en el Chocó colombiano, una de las áreas poco estudiadas del país”, explica Neita Moreno.
Este hecho demuestra que los datos del etiquetado pudieron estar mal descritos, algo usual en esa época, ya que, durante las expediciones europeas, los países de la región se encontraban en procesos de configuración geopolíticamente hablando.
¿De dónde proviene la especie?
Proviene de la tribu Anatistini, que es exclusivamente neotropical e incluye cuatro géneros (Anatista, Chalcochlamys, Spinochlamys y Spodochlamys) y 21 especies, las cuales están restringidas a las regiones boscosas, que van desde Honduras hasta Brasil. El área con mayor diversidad es Colombia con el 45 % de las especies.
Esta especie redescubierta pertenece al género Chalcochlamys, siendo única en este género, además de ser endémica de Colombia. Se distingue de otras especies similares por su proceso mesoesternal, su coloración azul verdosa metálica brillante y un borde posterior del pronoto, es decir, que el área posterior de la cabeza es ampliamente angulada.
Ahora este espécimen hembra está depositado en la Colección de Entomología del Instituto Humboldt, desde que se redescubrió en el 2009 y así se convierte en el segundo ejemplar conocido en el mundo y el único en el país.
Este redescubrimiento sirve para reflejar el valor de las colecciones biológicas, las cuales utilizan tecnología de punta para la gestión y administración de la información de los especímenes y cuentan con curadores calificados y procedimientos de organización y depuración de datos que garantizan la accesibilidad a información de calidad, para promover, coordinar y realizar estudios de flora y fauna.
Sin todos estos datos estrictamente preservados a través de la historia de la biología, hoy no se tendrían los conocimientos en biodiversidad actuales, los cuales, además, son el primer eslabón para la creación de estrategias de conservación en medio de la crisis ambiental que afrontamos.
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Fuente: humboldt.org.co
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